+ que Mamá
jueves, 10 de mayo de 2012
LA PACIENCIA DEL JARDINERO
Cuando era niña, me encontré con un capullo de mariposa, en unas vacaciones en Oxkutzcab. No lo rrecuerdo mucho, pero ahora que veo a mi madre y esa conección que tien con la naturaleza, puedo imaginármela explicándome cómo ese pequeño ser, que parecía una hoja se convertiría en algo distinto. La imagino hablándome como le habla a Regina, su nieta, con ese cariño y devoción hacia las plantas y los animales. Alguna vez hasta le dije en son de broma que quería a sus plantas más que a mí. Pero es que seguro que ellas no le sacaban tanto dequicio. En fin, estábamos en el tema de la mariposa. Recuerdo que éra muy pequeña y que esperé y esperé a que saliera, hasta que un día, quise asomarme al envoltorio...y lo rompí. Nunca se lo dije a nadie y aún hoy siento como si hubiera asesinado a alguien. Dejé el capullo donde estaba y nunca supe si la mariposa vivó o no.
De esa experiencia y de mi padre, aprendí sobre la paciencia, el tiempo que hay que darle a cada cosa y a cada ser. Puedo decirles que si hay algo que anhelo en la vida es tener muchísima paciencia, pues mi carácter es muy fuerte. La misma paciencia que tiene el que siembra, el que espera, el que puntualmente riega las semillas para que den flor y luego fruto. Sembrar y cultivar es el arte de la paciencia, el amor y la disciplina.
Hace tres años cayó en mis manos otro capullo. Les soy sincera: Aún me falta la paciencia del Jardinero, pero le he dado su tiempo a esa florecilla. La he cultivado con amor, le platico todos los días, la cuido, le doy de comer, la amo. Esa flor es la luz que ilumina mis días y por ahora soy el sol que ella sigue. Soy feliz. He dejado de lado otras cosas, por dedicarle a esta flor el tiempo necesario, pues quiero que crezca sana, feliz. Muchas veces no ha sido fácil. Haber tomado la decisión de ser madre para después ser comunicóloga me ha exigido mucha disciplina. A veces escucho el canto de las sirenas y quiero regresar al trabajo, pero veo mi flor y recuerdo que mi primer compromiso es con ese amor. Ser madre a veces implica sacrificios, ahora los entiendo. Pero sé que este fruto, es mucho más valioso que el dinero, el reconocimiento profesional y muchas otras cosas más. Ser madre no se compara con la adrenalina de reportear, la motivación de aprender o con la alegría de hacer lo que más te gusta. Y no crean que no lo he intentado, pero realmente, soy adicta a Regina. Es mi persona favorita, reflejo de mí y de mi amor, aunque no sea nuestra.
Mucha gente no tiene la bendición de poder encargarse de sus hijos, por diversas cicunstancias. Muchas otras se desesperan porque sus hijos vuelen para desafanarse de ellos y continuar con su vida, porque los años no vuelven y pueden perderse la aventura de vivir. Créanme cuando les digo que ser madre es toda una aventura digna de ser vivida, equiparable a cualquier otra. Entiendo que uno no debe ser a través de los demás y que los hijos se van. Estoy consciente de ello. Pero también sé que la vida es corta y uno debe ser selectivo en lo que quiere vivir. Si yo me muriera mañana (toco madera) y estuviera todo el día en una oficina, sé que me recriminaría no haber pasado más tiempo con mi flor. En cambio hoy, estando donde estoy, con ella, sé que no le debería nada a la vida. Comunicólogos hay muchos, madre de Regina sólo una. Yo.
Claro que tengo sueños para mí, pero por ahora, quiero tener la paciencia del Jardinero porque los hijos algún día volarán y no quiero pensar que se van sin que yo les haya enseñado lo necesario para la vida. Después de todo también de eso se trata esto de ser mujer. En hacer malabarismos con todos nuestros roles, porque quien sino nosotras pra dar amor, que constitye en sí dar educación, como diría Eleonor Roosevelt. Hoy es 10 de Mayo, un día más para ser Madre, para recordar porqué decidimos serlo, pero también para retomar con fuerza y dedicación, ese papel tan importante. Nadie más lo hará mejor que nosotras de la mano de nuestra pareja, o de nuestra familia, o de quien sea que esté apoyándonos. Hoy es día de darles gracias, por permitirnos ser madres de tiempo completo o por apoyarnos para que nuestros niños crezcan siendo amados. Muchas gracias, pero sobre todo gracias a Regina, por concederme el honor de ser su madre.
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